martes, 17 de marzo de 2009

Discurso celebración de los 50 años de matrimonio


Estas son las palabras que Emiliano pronunció en la celebración de sus bodas de oro, en ellas podemos vislumbrar su visión personal y política de la vida, asi que los invito a escucharlo.

lunes, 16 de marzo de 2009

DISCURSO RAÚL DÍAZ DEL CASTILLO G.

En nombre de mi madre y hermanos, nueras, yernos, nietos, bisnietos, hermanos, cuñados y demás familiares de papá, quiero agradecer a la doctora Lidia Inés Muñoz Cordero y por su intermedio a los demás honorables miembros de la Academia Nariñense de Historia por este sentido homenaje realizado en honor de la vida y obra de mi padre.

Solicito a ustedes su aquiescencia para esbozar de una manera muy corta y sencilla su perfil, intentar describirlo como persona y manifestar mis sentimientos hacia ese ser a quien amé, respeté y admiré profundamente y que tuve el privilegio de ser su hijo.
Fueron muchos los campos en los cuales mi padre incursionó, dejando en todos ellos esa huella inconfundible que lo caracterizaría, logrando así perpetuar su imagen en la memoria de todos aquellos que lo conocieron, que fueron sus amigos o simplemente trabajaron con él, ya sea en cargos públicos o privados, a nivel empresarial, en el ámbito cultural y académico o en emprendimientos particulares.

Desde muy joven, cursando sus estudios en el Colegio San Francisco Javier, se destacó por su brillante inteligencia y dedicación, por su inclinación para participar en todo lo relacionado con la cultura y el arte, la poesía, el teatro, y demostrando desde esta temprana edad su interés por temas relacionados con nuestra historia, pero sin descuidar el complemento necesario para una mente sana, el deporte, que siempre practicó y lo apasionó.

Posteriormente, como profesional, compartió su conocimiento desde la cátedra y se preocupó por participar y ahondar en la investigación y estudio en campos tan disímiles como el derecho y la economía, financieros y empresariales, industriales, históricos y culturales, periodísticos, agrícolas y ganaderos, sociales y religiosos, en fin, con el único objetivo de buscar el bienestar, desarrollo y progreso de su tierra, de su Departamento y de sus gentes, a quienes amo profundamente.

Con esta misma finalidad incursionó en la política hasta tanto se percató con tristeza de la incompatibilidad entre sus principios y la degradación existente en su práctica.

Pero su gran pasión, hasta el punto de ocupar sus mejores años, fue escribir la historia. Lector infatigable. Con incansable dedicación, se preocupó siempre en profundizar en la investigación minuciosa de cada tema que estudiaba para poder consignar en sus libros, con seguridad y acierto, la verdad de los hechos.

En muchas ocasiones afirmó sobre la gran responsabilidad que le reviste a quien se dedique a escribir la historia o a narrar el acontecer de un pueblo. Insistía en la absoluta necesidad de que el historiador se caracterice por su veracidad y honestidad al escribir, logrando despojarse de todo interés personal, político o de simple simpatía o apatía por un personaje o lugar, que le permitiese dejar consignado para la posteridad con la mayor fidelidad la historia.

Sus escritos confirman su teoría. Dotado de envidiable pluma, pocos hombres tan celosos como él en buscar el reconocimiento a nivel nacional de la valerosa y ejemplarizante historia de su pueblo y de la valía de sus hombres, con tan hondo significado en el desarrollo nacional, pero a la vez y paradójicamente, tan denodadamente olvidado por los gobernantes a través de los años.
Siempre lo alentó el devenir de mejores y más justos días para su gente.

Sirvió a su tierra con desinterés y ajeno a esperar por sus logros reconocimiento alguno. Siempre lo asistió en todas sus actuaciones la nobleza de su alma, el desprendimiento por todo lo intrascendente de la vida, su desconocida modestia y sencillez de vida y su humildad ante las distinciones, reconocimientos o halagos humanos. Generoso y considerado con todo aquel que necesitara su ayuda.

Romántico, tierno y cariñoso pero a la vez férreo de carácter. De igual manera, con ternura y amor podía sostener entre las suyas las pequeñas y frágiles manos de un bebé, como apretar su puño con decisión ante quien tratara de vulnerar sus derechos.

Siempre lo distinguió su caballerosidad y don de gentes. Respetuoso del pensamiento ajeno, con pundonor reconoció al contradictor poseedor de válidos argumentos.

Nunca desmayó ante la adversidad y las dificultades que le presentó la vida. Afrontó con dignidad y honor las tribulaciones que lo afligieron, ofreciéndolas siempre a Dios, logrando así, como el fuego al crisol, que ennoblecieran su alma.

Fue íntegro e invulnerable a sus principios morales y éticos. Intolerable ante la deshonestidad. Sensible a la injusticia sin importar su origen o quien la padeciera. Sincero y fiel a sus verdaderos amigos. Prefería perdonar la ofensa a guardar un rencor que corroyera su alma.

Pero sobre todo se destacó por su inquebrantable fe, proclamando sin miramientos ni respeto humano su temor a Dios. Católico, creyente y piadoso. Su pensamiento y su credo lo dejó consignado como testimonio de fe en muchos apartes de sus libros sobre temas religiosos. Nunca declinó su infinito amor a Dios como razón y sentido de vida, principio que hoy, con seguridad absoluta, habrá trascendido con su alma en el mas allá.

Podría continuar hablando indefinidamente de él sin lograr tal vez definir sus verdaderos valores. Mucho tendría que decir del hijo, esposo, padre, hermano o del abuelo ejemplar que fue; no podía ser inferior al ejemplo y a las enseñanzas recibidas de sus padres y abuelos.

Como no es mi intención alargarme en lo que pretendí fuera un simple agradecimiento a la demostración de afecto y generosidad de la Academia Nariñense de Historia hacia él, solo me resta manifestarles, sin merecimiento a la presunción, que su legado es demasiado grande para nosotros sus hijos y el reto por perpetuarlo sobrepasa los límites normales. Pero no desfalleceremos en seguir su ejemplo, lograr honrar su nombre y luchar en el tiempo para no ser inferiores a su testimonio de vida como justo y merecido homenaje a su memoria.

Que Dios me perdone por sentir este sano orgullo por él; que nos conceda el consuelo para aceptar con resignación Cristiana el hecho de no tenerlo entre nosotros; que nos proporcione la fortaleza para seguir su ejemplo y nunca desviarnos del camino correcto; que le permita desde el cielo velar por el bienestar de todos nuestros hogares y seres queridos que dejó aquí en la tierra y que por su infinita misericordia lo tenga en su gloria y le permita gozar eternamente de su presencia.

PALABRAS SOBRE EMILIANO...



DISCURSO DE EDUARDO ZUÑIGA ERAZO
EX GOBERNADOR DE NARIÑO

EN HOMENAJE IN MEMORIAM DE LA ACADEMIA NARIÑENSE DE HISTORIA
Eduardo Zuñiga E.



Emiliano Díaz del Castillo Zarama

Durante mi formación académica la vida me deparó dos sorpresas muy grandes y muy importantes, tanto que quedaron gravadas en mi memoria como recuerdos gratos. La primera me sucedió en Bogotá cuando aún era estudiante en la Universidad Nacional. Un día cualquiera me encontraba en la biblioteca del Instituto Colombiano de Antropología leyendo un escrito del maestro Sergio Elías Ortiz. De él conocía, entre otros textos, Las comunidades indígenas de Jamondino y Males, publicado en 1935. En el Instituto tenía entre mis manos una obra de lingüística aborigen en una edición bastante vieja, de papel amarillento, con manchas de hongos, propias de los textos antiguos; tal vez por eso tenía, erróneamente, la certeza de que su autor no vivía, que había muerto. Cuando hacía esas cavilaciones entró un mensajero y anunció: correspondencia para el doctor Sergio Elías Ortiz. Me quedé estupefacto. Luego, con aparente tranquilidad, le pregunté a la secretaria cuál era la oficina del Maestro. De inmediato me dirigí a su cubículo para tener el gusto y el honor de conocer a un hombre de tanta valía intelectual. Conversamos largamente. Hablamos de su trabajo y de la polémica que había sostenido con Antonio García, reconocido economista de izquierda, después de la publicación de la monografía antes mencionada. De él admiré siempre no sólo la buena escritura, la calidad y magia de su pluma, sino el equilibrio y la ecuanimidad en el análisis histórico. Por ser él de filiación y convicción conservadora, uno pudiera pensar, como suele suceder muchas veces, que sus reflexiones estuviesen sesgadas por esa lupa ideológica. Nada más equivocado. Por encima de su visión personal estaba la objetividad del investigador en el análisis científico de los hechos históricos. Esa fue mi primera y última entrevista con el Maestro Sergio Elías Ortiz pues, al poco tiempo, sobrevino su muerte.

La segunda gran sorpresa me sucedió en la hacienda de Bomboná cuando yo ya era profesor de la Universidad de Nariño y militante dogmático de izquierda. En esa época hacía excursiones periódicas a Consacá a explicar a los estudiantes el tema de la guerra de independencia y su significación posterior para el desarrollo de nuestra región. El recorrido incluía Cariaco, lugar donde se libró la más cruenta batalla del periodo independentista y, por supuesto, la casa que sirvió de cuartel, o mejor, de hospital al Libertador Simón Bolívar. Me refiero a la vieja casona que, en el siglo XIX fue de don Tomás de Santacruz adalid de los realistas pastusos. Se trata, como todos sabemos, de un importante monumento histórico nacional que hoy, por desidia oficial, está a punto de colapsar.

En ese entonces, desde mi posición izquierdista, miraba con prejuicio a quienes considerábamos burgueses o terratenientes. De esa visión maniquea no se escapaba el doctor Emiliano, proveniente de una de las familias más aristocráticas de Nariño, líder activo de su partido, el Conservador, ex rector de la Universidad de Nariño, ex alcalde del municipio de Pasto y que, por elección popular, había sido elegido concejal de Pasto, diputado de la Asamblea Departamental, representante a la Cámara y Senador de la República. Por esto lo imaginaba distante de todo lo que yo creía desde mi particular punto de vista político. Claro que había tenido la fortuna de leer algunos de sus escritos. Recuerdo de manera especial una de sus obras sustanciales Economía del Departamento de Nariño, texto del que tanto aprendí y cité ya en el aula de clase ya en mis propios escritos.

Desde mi postura ortodoxa jamás estuvo en mis planes acercarme al doctor Emiliano. Creía, de forma estereotipada, que a él, sin duda, le sucedería lo mismo que a mí. En mis visitas a la casa de Bomboná jamás traspasé el umbral, con la benevolencia del mayordomo, el recorrido se quedaba en los espacios exteriores. Siempre tenía la certeza de no toparme con sus propietarios pues, como decíamos en la jerga de ese entonces, eran ausentistas. Sin embargo, una tarde de abril, creo que de 1978, cuando llegué a la estancia me llevé una sorpresa mayúscula que, al instante, me llenó de incertidumbre. No sabía si seguir o retroceder, me sentía un intruso, pues allí estaban descansando sus propietarios, don Emiliano Díaz del Castillo y su distinguidísima esposa doña Mimí Guerrero.

Hasta ese momento, en mi vida había cruzado palabra con el doctor Emiliano. El desconcierto aumentó cuando, con una amabilidad desbordante fui recibido por sus ilustres dueños. Me invitaron a pasar, a conocer la casa por dentro. La recorrimos con parsimonia y entre las explicaciones de cada rincón y el aroma propio del ayer que exhalaba su interior, me sentía flotar en un pasado de gloria detenido en el tiempo, que se resistía a perecer.
Luego fui obsequiado con los manjares que el sitio y la hora obligaban: café selecto de la hacienda, nata fresca y pan recién salido de su horno. En la medida que la conversación transcurría, el asombro inicial que me produjo el encuentro, se fue convirtiendo en admiración y respeto por un hombre a quien el azar y la fortuna me habían colocado frente a frente, en esa tarde de abril. Me deslumbró no sólo su gentileza y sus dones de caballero, sino el brillo de su inteligencia y su dominio sobre los temas relacionados con Nariño, ya fuesen de su prehistoria, de su pasado colonial o republicano o de la propia actualidad.

Esa tarde aprendí muchas lecciones de carácter histórico, de interpretación sociológica y, sobre todo, una lección que marcó mi vida y que me llevó a concluir que la militancia en un partido político limita el análisis objetivo de los hechos, por la visión unilateral en la que se enmarca la exégesis de la realidad sociopolítica. Según mi interpretación, la militancia se convierte en una atadura para la libertad individual y para el desarrollo del espíritu humanista.

De ese día data mi admiración por don Emiliano Díaz del Castillo Zarama. Por eso cuando la Presidenta de la Academia me pidió que abriera esta exposición bibliográfica acepté el honroso ofrecimiento con la convicción interior de que se está rindiendo homenaje a un hombre preclaro de Nariño, a un hijo sobresaliente de esta tierra a la que él tanto amó y a la que dedicó la mayor parte de su vida.

Claro que la doctora Lydia Inés Muñoz me pidió un imposible, que yo no objeté para que no me quitara el encargo: me dijo que hiciera una disertación sobre la producción bibliográfica del doctor Emiliano. Digo imposible por cuanto no se puede resumir una producción tan prolija, que llega a 250 títulos de historia, 44 del campo económico social y 41 del religioso cultural. Esta cifra, de por si excepcional, solo hombres de su estatura intelectual, de su talante, la pueden alcanzar. Por eso, con la venia de la Sra. Presidenta, de mis colegas de la Academia, de los familiares de Don Emiliano y de los amigos aquí presentes, voy a hacer, tan sólo, una breve referencia de su primer libro, Economía del Departamento de Nariño y de una de sus últimas obras, Por qué fueron realistas los pastusos, publicado en el año 2005 en la colección Biblioteca Básica de Nariño, editada por la Gobernación.
La Economía del Departamento de Nariño, corresponde a su tesis de grado presentada a la Universidad Javeriana para obtener el título de doctor en Ciencias Económicas y Jurídicas. Fue publicada, en dos tomos, por la imprenta del Departamento en 1952. Tal vez la mejor síntesis de la valía de esta obra la encontramos en el concepto emitido por su presidente de tesis el distinguidísimo doctor Diego Tovar Concha, quien afirma:
“Después de un estudio muy detenido sobre el trabajo del señor Díaz del Castillo, me es grato en extremo manifestar a Ud. que sin exageración alguna se puede calificar de obra realmente excepcional.

En los cuatro lustros de vida del Venerable Claustro Javeriano en la segunda etapa de su meritísima labor docente, no hay seguramente muchas tesis de grado tan meritorias, científicas y acertadas como la que ahora comento.

El señor Díaz del Castillo, con criterio erudito, reposado y científico hasta el extremo, iniciando con cierta forma, la manera práctica de plantear todos los elementos que la moderna Economía requiere para salir del terreno meramente abstracto a lo concreto, aplicado y aplicable.

-Y agrega- (…) en adelante, quien desee conocer a fondo la economía de Nariño, quien desee formarse un criterio de cómo debe ser estudiada la realidad de la nación colombiana, tendrá que consultar y meditar la obra de Díaz del Castillo”.


En la década del setenta, cuando iniciaba mi interés por la historia regional, esta fue la primera obra que leí de su vasta producción. Por ello comparto plenamente lo afirmado por el doctor Tovar Concha en su elogioso concepto académico. Sin lugar a equívocos este libro tiene un valor singular en la historiografía regional. Considero, por su gran nivel, que está a la altura de obras maestras como Agustín Agualongo y su tiempo, de Sergio Elías Ortiz; Estudios históricos sobre la vida de Bolívar, de José Rafael Sañudo; Estudio socioeconómico de Nariño, de Milciades Chávez, solo para citar las que me vienen a la memoria en este instante.

Admirable que el joven Emiliano, de ese entonces, hubiese logrado una visión completa y profunda de Nariño en la cual, a partir de su visión geográfica, estudia en detalle la agricultura, la ganadería, la minería, el comercio e industria, las instituciones financieras, la propiedad raíz, las vías de comunicación y la carestía de la vida como fenómeno mundial, nacional y regional. Nos cuenta que Pasto, en el periodo de 1936 a 1951, era la ciudad en la cual la carestía de la vida tuvo mayor crecimiento de sus índices. Entre sus causas señala la carencia y mal estado de las vías, cosa que aún, después de medio siglo no hemos superado; la escasez de habitaciones, vale decir de vivienda; el aumento en el costo de producción, la influencia de la economía nacional, entre otras. En su discernimiento llama la atención que el análisis de la coyuntura no se limita, de manera estrecha, al acontecer parroquial; al contrario, su análisis parte del contexto nacional e internacional y de sus influencias en la región. Este sentido holístico le da mayor alcance a sus aportes.

El estudio termina con un importantísimo análisis de la evolución fiscal del Departamento, de sus rentas, de sus ingresos y egresos. Culmina con una interesante pregunta: ¿Por qué el presupuesto de Nariño es inferior al de otros departamentos? Y más interesantes resultan sus respuestas las cuales pueden sintetizarse, así:

“a) La falta de Industrias y Empresas departamentales que creen
al Fisco nuevas posibilidades de recaudo.

b) (…) durante el desarrollo de nuestra vida y a partir de la creación de Nariño, hemos sido mirados como poco más o menos por los Poderes Centrales (…) Mientras otros departamentos recibían del Estado inmensa y generosa ayuda para su desenvolvimiento económico, Nariño permanecía condenado a valerse de sus propias fuerzas; indudablemente este abandono tenía que pesar como ha pesado sobre el desarrollo de nuestras Rentas”.

c) El carácter agrícola de la economía que no genera las rentas que
genera la industria.

d) El tamaño de la población

e) La escasa utilización del crédito bancario, entre otras.


Todas las desgracias de la región, expresadas por Don Emiliano, para nuestro infortunio, no se han superado. En lo que va corrido de este siglo, por ejemplo, no se ha construido una sola obra significativa para nuestro progreso. Por ello termina su texto con una recomendación que tampoco ha perdido vigencia: “Mientras Nariño no tenga otros renglones rentísticos tiene que preocuparse por los actuales, estudiando su mejor organización y estableciendo un control efectivo para el recaudo y la lucha contra el fraude. Solamente con constante vigilancia y desvelado interés de los funcionarios del ramo de Hacienda podrán progresar nuestras rentas.”

De esta obra podemos concluir diciendo que, quien quiera conocer el desenvolvimiento de Nariño en sus primeros cincuenta años de vida, no tiene mejor fuente que el texto que estamos comentando.

Una de las mayores preocupaciones de todos los intelectuales de Nariño ha girado siempre en torno a la postura realista de los pastusos en la época de la independencia. Don Emiliano tampoco escapó a esta tentación. Hay razones suficientes para ello. Ahora quiero resaltar tan solo dos: primera, quedamos como los parias del país, con una clase dirigente políticamente derrotada y sin voz ante los poderes centrales; esta es, sin duda, una de las causas que explican el abandono por parte del poder central. Segunda, quedamos ante la faz del país como unos fanáticos realistas enemigos de la libertad y por ello objeto de escarnio tanto de los líderes patriotas como del resto de la población. El doctor Emiliano, con el propósito de explicar el por qué de esta postura ante un acontecimiento tan definitivo, escribió Por qué fueron realistas los pastusos. En las primeras páginas consigna los motivos que tuvo para escribirlo. Dice:
“En mi vida de estudiante escuché al principio con sorpresa, luego con inocultable disgusto y siempre con el sentimiento herido, las frases que la ignorancia hizo pronunciar contra Pasto por la actitud de sus hijos en los tremendos días de la Guerra de Independencia.

El amigo formulaba amigable interrogante: ¿Por qué fueron realistas los pastusos? Otros se referían a esos hechos con reproche y ofensas: Los pastusos fueron traidores, enemigos de la libertad, defensores de la esclavitud y la tiranía.

El gentilicio ‘pastuso’ llegó hasta nosotros con el sentido despectivo de la época de la emancipación, conllevaba un reproche, un desprecio que se destacaba por el tono con que se pronunciaba el vocablo, era el desquite de los descendientes de los derrotados.”

Don Emiliano, en esa introducción interpreta, de manera cabal, a todos los nariñenses y, de manera particular, a los pastusos. Quién de nosotros no ha sentido rabia y desazón cuando se burlan del ‘pastuso’; quien de nosotros no ha sentido rabia y desazón cuando los gobiernos hacen inversiones de magnitud en los denominados polos de desarrollo y a regiones periféricas como la nuestra nos contentan solo con migajas.

En el texto del doctor Emiliano hay una tesis por demás interesante. Entre las causas que motivaron la posición realista afirma: “Pasto luchó por SU libertad e independencia del yugo que la hacía depender de Quito y Popayán, ese propósito –agrega- dio origen a la tesis de la libre determinación de los pueblos (…) Pasto, aspiró siempre a sacudir la tradicional dependencia de Quito y Popayán, que soportó a más no poder desde la conquista. El fin que Quito, Cali y Popayán perseguían con la guerra, no ofreció a Pasto esa SU anhelada independencia, todo lo contrario, la amenazó con prolongar de manera indefinida el humillante tutelaje.”

Me pregunto, y lo digo aún con cierto temor, ¿no será que esta tesis autonomista en la cual el doctor Emiliano insiste para aquella época aciaga, sigue aún vigente? Creo que el trato humillante, reflejado en la nula inversión de equipo básico para nuestro desarrollo, ha llevado a más de uno a volver a pensar en la autonomía.

El doctor Emiliano, en su libro, hace un exhaustivo análisis de las causas del realismo pastuso. Parte de la enseñanza misma de la historia de la cual los pastusos aprendieron que siempre y en todos los lugares los rebeldes fueron derrotados y triunfaron los leales. Recuerda los casos de Gonzalo Rodríguez, en Pasto; de Tupac Amaru en Perú; de José Antonio Galán y los Comuneros del Socorro y San Gil y de los líderes de los movimientos de Guaytarilla y Túquerres.
También señala, en su explicación, el convencimiento de la bondad de los principios monárquicos al compararlos con otros sistemas como el republicano cuyos postulados, por demás, desconocían. Aquí no hubo líderes que los propagaran –nos dice don Emiliano- Don Tomás de Santacruz que conocía las consignas de la Revolución Francesa de Igualdad, Fraternidad, Legalidad, miraba ese acontecimiento como algo negativo por la cantidad de sangre que había corrido en su desarrollo.

No había condiciones objetivas para que los pastusos asumieran una posición libertaria. El convencimiento del origen divino del poder, que le había otorgado estos bastos territorios a los monarcas españoles; el respeto al juramento; el temor por la pérdida de valores; la equivocada política de los republicanos; las amenazas y violencias de los libertadores son, entre otras, las causas que le dieron sustento al realismo.

Destaca, como algo sustancial “el valor de la gente de Pasto para afrontar los desafíos de la guerra, fue ejemplar, llegó algunas veces a ser temerario. Esas reiteradas manifestaciones de heroísmo no se encuentran similares en América”.

El libro termina con un capítulo de conmovedora y patética realidad: la ingratitud con Pasto. Dice el doctor Emiliano que “Pasto tuvo mala suerte en la guerra de Independencia: fue objeto de reiteradas amenazas, contradicciones y engaños de los republicanos y sufrió el incumplimiento de las promesas y halagos de los realistas; ni unos ni otros hicieron honor a su palabra”.

El texto, que es de los más eruditos y documentados que se ha escrito sobre el tema, a más de su importancia intrínseca, tiene un valor agregado: una colección documental muy útil para los interesados en el tema. Éste, como todos sus textos, son una auténtica contribución al desarrollo de la historia regional.

Para finalizar quisiera mencionar, al menos, los textos que a mí, personalmente, me parecen esenciales:
♣ Dos libros dedicados a Agualongo, Agualongo. Sus restos publicado en 1982 y El caudillo. Semblanza de Agualongo, 1983. En el primero hace una investigación completa para demostrar que los restos de Agualongo que reposaban en Popayán eran, en realidad, auténticos. En el segundo hace un enjundioso perfil del héroe regional.

♣ Cultura prehispánica nariñense, 1985. Dedicado al escrutinio del desarrollo de los pueblos que moraron en estos territorio antes de la llegada de los españoles.

♣ San Juan de Pasto siglo XVI, publicado con motivo de la
conmemoración de los 450 años de Pasto (1987). En él se hace
un profuso estudio de la fundación de Pasto y de sus primeros
años de vida

♣ Belalcázar cofundador de Santafé de Bogotá, 1988.- En este texto sigue, día a día, la travesía de Sebastián de Belalcázar desde Quito hasta Bogotá en donde llega, casi al tiempo, con Gonzalo Jiménez de Quesada, su descubridor.

♣ Testimonio del Acta de Independencia de Cali, 1990. Se trata de
un verdadero aporte al acerbo documental de la época de la
independencia y del pensamiento del cabildo de esa ciudad en el
cual reitera la fidelidad al Monarca español, caído en desgracia
por la invasión de Napoleón a la Madre Patria. Su texto,
generosamente donado por don Emiliano a la Academia de Historia
del Valle, no fue bien recibido por sus integrantes quienes le
comunican la decisión de “no reconocer dicho documento como
‘testimonio del 3 de julio’ (…) porque de ninguna manera aflora en él
el espíritu de emancipación que animó al Cabildo de esta ciudad”.
Cali era considerada la cuna de la libertad y, en esa acta, lo que se
reafirmaba era lo contrario. Sin embargo en el texto escrito por
don Emiliano, se exalta la figura del prócer vallecaucano Don
Joaquín de Caycedo y Cuero, adalid del movimiento de la
independencia en aquella comarca.


♣ Muy útiles para los investigadores me parecen los dos tomos publicados por la Academia Colombiana de Historia en 1995 que contienen las actas del cabildo de Pasto de 1561 a 1569, el primer tomo, y de 1573 a 1579, el segundo.


Permítanme un breve colofón. Los actos programados para el día de hoy, por la Academia Nariñense de Historia, con motivo de cumplirse el primer mes del fallecimiento del doctor Emiliano Díaz del Castillo, tiene como propósito el de enaltecer su memoria, de reconocerlo no solo como uno de sus miembros más esclarecidos, que le dio lustre a nuestra institución, sino de ver en él el paradigma del nariñense de su época: orgulloso de sus ancestros, defensor acérrimo de sus principios, tolerante, comprometido como pocos con el engrandecimiento de nuestra región, brillante en el debate público, escritor magnífico y, sobre todo, caballero a carta cabal.

Su principal legado, su pensamiento, está en sus escritos, con la seguridad de que ellos jamás perderán vigencia y que son fuentes insustituibles para conocer esta bella y fecunda comarca, a la que tanto queremos y por la cual vale la pena luchar hasta el sacrificio. La vida de don Emiliano Díaz del Castillo Zarama es un ejemplo digno de emular. Su huella, fue una huella fecunda para su familia y la sociedad.

Pasto, marzo 3 de 2009.

domingo, 15 de marzo de 2009

SU BIOGRAFÍA

Emiliano Díaz del Castillo nació el 22 de Mayo de 1923 en la ciudad de San Juan de Pasto, hijo de Pedro Díaz del Castillo Gutiérrez y Raquel Zarama Astorquiza. Realizó sus estudios de primaria y bachillerato en el colegio San Francisco Javier de su ciudad natal, ahí se destacó por su excelencia en las actividades tanto deportivas como académicas. Posteriormente viajó a la ciudad de Bogotá donde recibió el título de Doctor en Ciencias Económicas y en Ciencias Jurídicas en la Pontificia Universidad Javeriana. En 1947 se casó con Mimí Guerrero Fernández de Córdoba con quien tuvo nueve hijos, Hernán, Myriam, Raúl, Javier, Andrés, Felipe, Santiago, Ruth y Carmenelena.



Dedicó su vida al servicio su tierra a través de su labor como profesional y de su pasión, la historia. Entre los cargos más importantes que ejerció se encuentran:

Cargos por elección popular:
- Senador de la República. Principal y suplente.
- Representante a la Cámara del Congreso de Colombia. Principal.
- Diputado a la Asamblea de Nariño. Principal. - Concejal de los municipios de Pasto y Consacá. Principal.



En entidades:
- Confederación de Cámaras de Comercio de los países del Grupo Andino. Miembro de su Junta Directiva y Vicepresidente.
- Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio. -CONFECAMARAS- Miembro de su Junta Directiva y su Presidente. Delegado a las Asambleas Nacionales desde 1978.
- Federación Nacional de Cafeteros de Colombia. Miembro del Comité Nacional de Cafeteros.
- Federación Nacional de Cultivadores de Cereales - FENALCE -, fundada en 1960.
- Fondo Cultural Cafetero. Miembro de su Consejo Directivo.
- Cámara de Comercio de Pasto. Miembro de su Junta Directiva y su Presidente.
- Sociedad Colombiana de Agricultores, Seccional Nariño. Miembro de su Junta Directiva y su Presidente.
- Fondo Ganadero de Nariño S.A. Miembro de su Junta Directiva y su Presidente.
- Comité de Cafeteros de Nariño. Representante del Gobierno Departamental de Nariño en el Comité.
- Empresas Municipales de Pasto. Miembro de su Junta Directiva y su Presidente.



Cargos servidos por nombramiento:
-Gerente General del Instituto Nacional de Fomento Municipal -INSFOPAL-.
- Rector de la Universidad de Nariño y como tal fundador del Liceo Femenino Colombia en 1957, bajo la dirección de las religiosas de la Compañía de María (La Enseñanza).
-Cofundador en 1958 de la Asociación Colombiana de Universidades –ASCUN-.
- Alcalde Mayor de Pasto.
-Secretario de Hacienda del Departamento de Nariño.
- Gerente de la Caja de Previsión Social de Nariño.-
- Profesor de la Universidad de Nariño durante seis años en la cátedra de Economía Política General.
- Profesor de Historia de Colombia y Cátedra Bolivariana del Colegio San Francisco Javier de Pasto.


Otros cargos:

- Presidente de la Delegación de Colombia a las Tercera y Cuarta Convenciones de la Confederación de Cámaras de Comercio del Grupo Andino, reunidas en Cochabamba, Bolivia, y Santiago de Chile.
- Presidente de la Delegación de Colombia a las Quinta y Sexta Sesiones de la Junta Directiva de la Confederación de Cámaras de Comercio del Grupo Andino, reunidas en Caracas, Venezuela, y Cali, Colombia.
- Delegado de Colombia a las I. II, III, IV y VI Conferencias de la Comisión Mixta Permanente de Integración Económica Colombo-Ecuatoriana.
- Asesor de la Delegación de Colombia a la Reunión Colombo-Ecuatoriana del Tratado de Comercio, 1954. Bogotá.
- Presidente de la Junta Permanente de Integración Fronteriza Colombo-Ecuatoriana.
- INVITADO DE HONOR por el Instituto Nacional de Industria, Madrid, España a la EXPO/INI, Bogotá, 1978.
- INVITADO ESPECIAL a la AGROEXPO 81 celebrada en Bogotá en julio de 1981.
- Delegado por el Departamento de Nariño a la PRIMERA CUMBRE NACIONAL DE FRONTERAS, celebrada en Pasto los días 3 y 4 de agosto de 1984.
- Secretario Ejecutivo, por la Delegación de Colombia, del Grupo Especial Permanente de Integración de las Regiones Fronterizas Colombo-Ecuatorianas.
- Director de "Revista de Historia", Órgano de la Academia Nariñense de Historia.
- Codirector de "Radio-Revista Signo", transmitida por las emisoras Ecos de Pasto y Mariana, en Pasto.
- Director Ejecutivo de Fundación Nariño, FUNDANAR, Bogotá.
- Tesorero de la Academia Colombiana de Historia.


En cuanto a su actividad literaria, Emiliano Díaz del Castillo Z., publicó 21 libros entre los que se encuentran:
- Economía del Departamento de Nariño, (dos tomos)
- En Cumplimiento de un Deber
- Agualongo sus restos
- El Caudillo, Semblanza de Agualongo
- Cultura Prehispánica Nariñense
- San Juan de Pasto, Siglo XVI
- Complejo Petroquímico de Tumaco (Dos ediciones)
- Belalcázar, Cofundador de Santafé de Bogotá
- Testimonio del Acta de Independencia de Cali
- Armas de San Juan de Pasto
- Gutiérrez de Caviedes una familia de próceres
- La Cultura en la Evangelización del Nuevo Reino de Granada
- La Fuente de la Cultura en la Picota Radical
- Libro de Cabildos de la ciudad de San Juan de Pasto, 1561-1569
- Libro de Cabildos de la Ciudad de San Juan de Pasto, 1573-1579
- Los Templos de San Juan de Pasto
- Espíritu y Sangre de Santa Teresa de Jesús en Colombia
- Colombianismos en Nariño
- Por Qué Fueron Realistas los Pastusos
- Crónicas Familiares
Y tres obras más sin publicar,
- Voces
- Galeras, Pasto y Bomboná
- Estirpes de Nariño

Adicionalmente realizó publicaciones en 384 obras en temas de: Historia (263 títulos), Económico-sociales (44 títulos), Religioso-culturales (41 títulos).
Perteneció a 31 academias y colegios entre los que se destacan:

  • The National Geographic Society. Washington. EE.UU. Miembro, junio 13 de 1951.
  • Academia Nariñense de Historia. Miembro de Número, enero 28 de 1965.
  • Academia Colombiana de Historia. Designado Miembro Correspondiente el 2 de junio de 1987 y Miembro de Número el 24 de julio de 1990
  • Academia Colombiana de Historia Eclesiástica. Miembro Correspondiente.
  • Colegio Máximo de las Academias Colombianas. Como Miembro del Consejo Directivo del
  • Patronato Colombiano de Artes y Ciencias.
  • Academia Colombiana de la Lengua. Individuo Correspondiente. Julio 8 de 1996.
  • Real Academia de la Historia de España. Miembro Correspondiente, junio 28 de 1991.

Y miembro correspondiente en las academias de historia de Paraguay, Panamá, Puerto rico, Uruguay, Bolivia, República Dominicana, Perú, Argentina.

Fue un hombre que se caracterizó siempre por su honestidad y rectitud, por su excelente moral que lo hicieron merecedor de innumerables distinciones y condecoraciones, pero sobretodo se destacó por su humildad y buenos sentimientos que él atribuía al hecho de ser un buen cristiano.